Hoy, 11 de agosto, Gustavo Adrián Cerati cumpliría 66 años. El hombre que hizo que el rock en español dejara de imitar para empezar a crear. El arquitecto del sonido, el poeta de las atmósferas, el que supo que la música no solo se escucha: se respira, se toca, se mira, se vive.
Cerati no fue solamente el líder de Soda Stereo. Fue un alquimista de melodías, un explorador de emociones, un buscador incansable de belleza. En sus manos, una guitarra era más que un instrumento: era un pincel que pintaba el aire. Cada acorde suyo podía abrir una ventana a otros mundos, y cada verso, una confesión íntima que parecía escrita para cada uno de nosotros.
Su música fue puente y bandera. Puente porque unió generaciones, estilos y países. Bandera porque hizo que el rock latino tuviera identidad propia y orgullo de su idioma. Cerati nos enseñó que se puede ser sofisticado sin perder cercanía, que se puede innovar sin olvidar las raíces.
Aunque su voz se apagó físicamente aquel 4 de septiembre de 2014, sigue latiendo en cada canción que ponemos a todo volumen, en cada verso que recitamos de memoria, en cada persona que aprendió a soñar con una guitarra colgada al hombro.
Hoy lo recordamos no con tristeza, sino con gratitud. Porque Gustavo sigue ahí: en los acordes de “De Música Ligera”, en la poesía de “Té para Tres”, en la electricidad de “En la Ciudad de la Furia”.
Porque algunos artistas se escuchan… pero a Gustavo Cerati se lo vive.
Gracias totales, Gustavo.